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martes, 1 de junio de 2010

LA GLADIADORA HIMBA

Para Mamie Kasaona, estrella de fútbol femenino de Namibia, la respuesta a si es posible seguir siendo una verdadera himba viviendo en la capital, Windhoek, y viajando por el mundo con las Valerosas Gladiadoras, la selección nacional de Namibia, está clara: “Dondequiera que vaya nunca olvidaré a mi tribu”.

Por Kevin Crowe

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Mamie Kasaona vestida según la tradición himba.

Kasaona, de 19 años, es de la tribu Himba, el pueblo más emblemático y tradicional de Namibia. Los himba, que viven principalmente en el noroeste del país, son nómadas y, a diferencia de muchas de las tribus de Namibia, siguen ligados a la vida tribal tradicional. Viven al margen de la sociedad de Namibia, mayoritariamente cristiana y cada vez más moderna, y no han cambiado ni con el régimen colonial (bajo Alemania y Sudáfrica) ni con la rápida globalización posterior a la independencia de 1990. Pese a los debates sobre su integración, la mayoría rechaza la educación y la economía “occidentales” y las comunidades viven como han hecho durante cientos de años. Defensa central, Mamie es alta y fuerte y ha impresionado en los últimos partidos internacionales y nacionales, ganando el campeonato de liga en 2009 con el Okahandja Beauties, un equipo de Windhoek. Pero detrás de su ascenso en el juego hay una historia única, incluso en una nación tan culturalmente diversa como Namibia.

Sin título-1 ¿Puede hablarme un poco sobre el lugar en que se crió?

Soy de Sesfontein, a 150 km de Opuwo (centro administrativo de la región namibia de Kunene). Me crié con mi madre. Éramos 8, 5 hermanos y 3 hermanas, así que solía quedarme con mi hermana, pero mi madre siempre ha estado a mi lado.  Nuestra casa estaba construida con árboles. Cortas los árboles y los usas, no es como esos edificios de paja, es diferente... ¡Y no usamos ladrillos como aquí en Windhoek!

¿Era normal que sus amigos y familia fueran a la escuela?

Fui a la escuela a 25 km de distancia de mi pueblo y seguí con mis estudios secundarios en Opuwo, pero no es normal para los himba, especialmente las niñas. La gente de mi comunidad considera la agricultura, el cuidado de las cabras y el ganado mucho más importante que la escuela. Te casas pronto, tienes un montón de hijos y te concentras en las cosas del hogar. Además de eso, a las niñas no se les permite levantar la pierna; no debes levantarla. Debes caminar recto y todo eso. Hay una especie de restricción en todo lo relacionado con saltar. No está permitido.

¿Cuándo empezó a jugar al fútbol?

Cuando era muy joven. Estaba rodeada de chicos así que el fútbol era el único juego. Sin embargo, la comunidad estaba totalmente en contra de que jugara. Sólo me mantuvo fuerte el apoyo de mi madre.

¿Con qué material jugaba al principio?

No teníamos terreno de juego; íbamos a donde veíamos un espacio vacío y usábamos calcetines y plásticos enrollados como balones. Tampoco teníamos zapatos y jugábamos descalzos. Puede ver que los dedos de mis pies están negros, sobre todo los del izquierdo. ¡No tengo uñas en dos dedos de los pies! Puede que quisieras darle a la pelota hecha con calcetines y bolsas de plástico, pero no siempre sabías lo que había detrás de ella. Al volver a casa ya tenías una herida abierta. Es el tipo de reto con que solía enfrentarme.

¿Cuándo comenzó a jugar con un auténtico balón de fútbol y con botas? ¿Con un auténtico balón de fútbol?

Sólo cuando conocí a la entrenadora Jacqui (Jacqui Shipanga, primera entrenadora de las Valerosas Gladiadoras de Namibia). Acostumbrarse a jugar con botas y sobre césped fue muy difícil porque estábamos acostumbradas a los duros terrenos que teníamos en casa. En el suelo no es necesario hacer tanto esfuerzo para correr porque te sientes libre. Pero cuando empiezas a jugar sobre hierba y tienes que usar botas... Para mí fue como… ¡guau! Fue agotador. Tuve que acostumbrarme. Ahora ya lo estoy, más o menos. Ha dicho que las niñas de su comunidad no deberían necesariamente jugar al fútbol... ¿por qué? Sinceramente, en mi comunidad la gente no considera el deporte importante en absoluto. Muy pocos, probablemente los que fueron a la escuela, entienden lo que el deporte puede hacer por una persona. La participación en el deporte es muy rara en nuestra comunidad, especialmente el fútbol de las niñas, y es muy raro tomárselo en serio, como hago yo.

¿Cuáles eran sus expectativas en relación con el matrimonio, procediendo de la comunidad himba donde los matrimonios se suelen organizar a edad temprana?

Todo el mundo va a los funerales de su tío, o su abuelo, etc. Y ahí es donde conoces a tu primo y luego se supone que te casarás con él, independientemente de su edad. Puede que tengas 16 años y te cases con un hombre de 35 ó 40 años, ¡la edad no importa! Mientras que sea el hijo de tu tío, debes casarte. Nunca te puedes negar. Pero yo fui lista. En el funeral de mi tío yo tenía 14 años de edad y las niñas de esa edad estaban casándose ya. Sabía lo que me pasaría y por eso no fui a ese funeral. No estaba allí y por eso no pude casarme.

¿Tuvo otras obligaciones en casa cuando era joven? ¿Tuvo que cuidar de los animales, por ejemplo?

Normalmente de las cabras. Las chicas pueden manejar las cabras, pero las vacas eran para los chicos. Despellejaba a las cabras y limpiaba, recogía la cosecha, todas esas cosas. ¿Cómo conoció por primera vez a la entrenadora Jacqui Shipanga? Ah, la entrenadora, sí, la entrenadora... La conocí en 2006, en una campaña de sensibilización femenina de la NFA (Asociación de Fútbol de Namibia). Fue en Khorixas (pequeño pueblo de la región de Kunene) y las gladiadoras fueron allí porque buscaban jugadoras. Yo tenía 16 años y tuve la suerte de que se fi jaran en mí y me invitaran después a las pruebas en Windhoek.

¿Cómo se enteró de estas pruebas para encontrar nuevos talentos?

Vine de mi pueblo a Opuwo, y mi ofi cial deportivo local me dijo que tenía que estar en Windhoek a primera hora, como a las 10 en punto. Le dije: “No, es imposible, no tengo familia allí ni nadie con quien poder ponerme en contacto. ¿Cómo voy a llegar?”. Y además no tenía ni idea de cómo era Windhoek y la vida en la ciudad. Así que tuve que organizar el transporte desde mi pueblo. La entrenadora me dio sus datos para que pudiera llamarla cuando llegara a Opuwo. Era tarde, las 6, más o menos, y le dije que ya no había transporte regular de Opuwo a Windhoek, pero la entrenadora me dijo que me daría algo más de tiempo para llegar al día siguiente. En Windhoek la llamé de nuevo y me pidió que me montara en un taxi y fuera a la Casa del Fútbol. “¿Qué? ... ¿Un taxi?”, le dije. Para mí era muy extraño porque habíamos oído hablar de taxistas que robaban a la gente y además no tenía ni idea de qué decirle al conductor. La entrenadora estaba tratando de tranquilizarme, diciéndome que dijera sólo “Casa del Fútbol” al conductor, y me aseguró que me llevaría con seguridad. Por fi n, me metí en un taxi y así llegué a Windhoek.

¿Y se trasladó a Windhoek tras las pruebas?

Sí. Sólo para jugar al fútbol. La entrenadora y la sección de fútbol femenino de la NFA me ayudaron a conseguir una plaza en la Facultad de Educación de Windhoek. ¡Yo no tenía ni idea! Dijeron que es lo que debes hacer. Una amiga que había conocido a través de la selección nacional dijo que podía quedarme en su casa. Se lo dije a la entrenadora, pero ella dijo que me proporcionaría todo y todavía me está ayudando en todo, desde cosméticos hasta dinero para el transporte.

¿Cómo ha cambiado el fútbol su vida? ¿Cómo la ha cambiado a usted?

Ha cambiado mi vida por completo. Cuando volvía antes a casa, la gente no sabía quién era. ¡Ahora todo el mundo me conoce! De repente soy una fi gura pública. Tengo que cuidar de mí misma. Debo saber qué comer, cómo hablar en público, cómo vestirme, cada movimiento que hago. Tengo que saber dónde y cuándo estar, y todo eso. Así que he cambiado totalmente.

¿Qué piensa su familia de que juegue al fútbol?

Es un gran reto, como le digo. Mi madre lo entiende, pero mis hermanas y hermanos... Hemos crecido muy unidos y ahora que estoy tan lejos no lo entienden. Durante el curso estoy en clase. En vacaciones no hay tiempo para volver a casa porque tengo que estar en la concentración de la selección nacional. Trato de explicarles que antes de jugar un partido importante debes estar concentrada por lo menos durante dos semanas. Ellos creen que sólo hay que ir y jugar. Como cuando acabábamos de terminar de jugar (un partido amistoso contra la vecina Sudáfrica, empate 0-0) y mi hermana me dijo: “¿Por qué no vienes a casa?”. Le dije que debía ir a la concentración, y ella me dijo: “¿Por qué? ¿Cuándo vas a jugar? ”. Cuando le dije que el partido era al cabo de dos semanas, quería saber qué iba a hacer allí todo el rato. Le expliqué que estaba en una concentración y que tenía que entrenar. Y al fi nal sólo dijo: ”Oh, como siempre, siempre estás con excusas”. Pero sé que algún día entenderán por qué estoy haciendo esto.

¿Cree que a su madre le hace feliz que juegue al fútbol?

Sí, está contenta. El poco dinero que gano siempre se lo envío o le compro algo. Siempre le digo que es muy raro que podamos vernos, así que es mucho mejor que nos comuniquemos por teléfono. Me cuenta cómo le va y yo también a ella y así es como nos comunicamos.

¿Cuáles son sus sueños para el futuro?

Mi sueño es que realmente quiero tomarme en serio mi carrera y convertirme en una jugadora muy conocida de Namibia. Especialmente para mi tribu himba, porque es algo contra lo que suele estar la gente; ya sabe, una chica jugando al fútbol. Cuando era pequeña la gente me decía cosas como “lesbiana” por jugar al fútbol, y realmente quiero demostrarles que jugar al fútbol no quiere decir que seas lesbiana o algo así. Sólo soy una mujer normal y una deportista en activo. El fútbol es un juego para todos. También quiero jugar en Europa. Quiero devolverles a mis entrenadores lo que me han dado, no sólo con dinero, porque sé que, si un día me ven jugando en el extranjero, estarán orgullosos de mí, sabiendo que han contribuido a mi éxito y mi carrera. También quiero hacerle a mi madre una casa. Sé que no vendrá a vivir a la ciudad, pero quiero construirle una bonita casa en nuestra granja. Un día estará durmiendo allí y pensará en mí, y gracias al fútbol tendremos esa casa. Sin embargo, yo me voy a comprar una casa en Windhoek, porque quiero estar cerca de la actividad futbolística.

¿Sabe ya lo que va a hacer cuando termine de jugar al fútbol?

Estoy estudiando porque una nunca sabe cómo va a ir su carrera. Estoy más centrada en el fútbol aunque quiero obtener este diploma para tener algo a lo que recurrir algún día, si sucediera algo inesperado.

¿Cuál es su mensaje a las niñas que quieren jugar al fútbol?

Fui a mi pueblo las pasadas vacaciones y, si Dios quiere, un día volveré a mi comunidad para animar a algunas chicas himba que han empezado a jugar al fútbol a que se lo tomen en serio como yo. Quiero ser para ellas un ejemplo de chica himba que juega al fútbol y no lo hace mal del todo. Y quiero mostrarles lo que he aprendido y en qué persona me he convertido, para demostrarles que he estado allí y que el fútbol es algo más que un juego. También para las niñas.

FUENTE Y FOTOS : REVISTA FIFA WORLD

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